Ahora olvidar es virtud. Pasar página como predica la psicología del todo a cien. La tiranía de la inmediatez nos empuja a olvidar incluso los sucesos históricos que han cambiado el mundo.
Este 11 de septiembre se han cumplido 23 años de los atentados contra las Torres Gemelas de Nueva York. La imagen superior, un poco borrosa, es una captura del vídeo del interior del World Trade Center poco antes de su colapso. La imagen está tomada en el gran vestíbulo de las Torres Gemelas donde los bomberos instalaron un improvisado puesto de operaciones. Nadie sabía entonces que en cuestión de minutos todo aquello quedaría reducido a polvo.
Por eso la imagen superior es sobrecogedora. Un espacio a punto de desaparecer. Un espacio fantasma en el centro del apocalipsis. Hay miles de imágenes de ese fatídico día pero ninguna como esta. Aquella mañana todos los neoyorquinos apuntaron sus cámaras hacia el World Trade Center, pero sólo los hermanos Naudet pudieron grabar su interior. Desde hacía unas semanas los franceses Jules y Gédéon Naudet estaban grabando un documental sobre la Bridada 1 de Bomberos de Nueva York. Casualmente aquella mañana estaban de inspección rutinaria del alcantarillado cuando el primer avión secuestrado pasó rugiendo sobre sus cabezas y se hundió contra la Torre Norte.
La Brigada 1 se trasladó de inmediato a los pies del World Trade Center. Fueron los primeros en llegar bajo una lluvia de cristales y escombros que caían de lo alto de la Torre Norte. En la imagen se puede ver a los bomberos afanándose por alcanzar el incendio 80 plantas más arriba. Pero era inútil. No había forma de llegar arriba y de haberlo logrado se hubieran enfrentado a un fuego de magnitud inabarcable. El jefe de bomberos Orio Palmer y el bombero Paul Bucca lo lograron. En un colosal esfuerzo subieron hasta el piso 78 de la Torre Sur. En su última transmisión por radio informaron de un inmenso incendio y multitud de cadáveres. Segundos después la torre se derrumbó. Palmer y Bucca murieron como héroes. Sin duda su presencia allí arriba, aunque insignificante, facilitó la evacuación y el rescate de muchas personas.
Si estamos de acuerdo (y creo que podemos estarlo) en que el atentado contra las Torres Gemelas escribió uno de los capítulos más cruciales de la historia contemporánea, entonces el documental de los hermanos Naudet es lo más importante que ha grabado nunca una cámara de vídeo.
La historia del mundo nos cuenta grandes relatos pero no tenemos imágenes. Debemos creerlos más resignados que convencidos. La Biblia nos habla de Cristo caminando sobre las aguas, pero no tenemos imágenes. No tenemos imágenes de la Torre de Babel, ni de los Jardines de Babilonia. No tenemos imágenes de Troya ardiendo ni de las conquistas de Alejandro Magno. Tampoco de las hazañas de Napoleón.
Existen, eso sí, imágenes de la estremecedora explosión atómica en Hiroshima y de los campos de exterminio nazis. Tenemos maravillosas imágenes de Neil Armstrong en la Luna y del atentado contra Kennedy grabado por Zapruder. Sin duda imágenes históricas, pero todas parecen distantes.
La magnitud de lo sucedido el 11 de septiembre de 2001 bien pudiera ser recordado como una fantasía. Una pesadilla irreal. De no existir imágenes los abuelos contarían a sus nietos el día que cayeron las dos torres que dominaban el mundo. Todos nosotros, aquellos que nos quedamos aquel día pegados al televisor, hemos vivido una realidad que roza la mitológica. Pero no es necesario fantasear, ni exagerar lo sucedido, porque hay imágenes y son las que filmaron los hermanos Naudet desde el centro de la Historia. Pocas veces la realidad ha superado la ficción como aquel día.