Hay un dato que no me quito de la cabeza: la superestrella del fútbol Lionel Messi gana (de media) unos 300 mil euros al día. Una locura. Georgina Rodríguez, mujer de la superestrella del fútbol Cristiano Rolando, declaró en un programa de televisión que le gustaba la sencillez. Para poner en duda dicha afirmación el presentador se apresuró a preguntarle el precio de las joyas que llevaba y no tuvo más remedio que confesar que superaban los 200 mil euros. Una sencillez al alcance de muy pocos.
Algo no va bien. Soy un gran defensor del capitalismo y del libre mercado. Creo que las cosas valen lo que valen poque la gente lo paga. Millones de personas en todo el mundo abarrotan los campos de fútbol y eso repercute millonariamente en las joyas que puede comprar Georgina Rodríguez. No hay ninguna injusticia en ello. Pero algo no va bien en este capitalismo obsceno y violento. Una (in)cultura del exceso que ha olvidado valores esenciales como la mesura y el equilibrio.
En “The Palace”, la nueva película de Roman Polanski, uno de los ricos invitados a una cena de gala apaga su cigarrillo en una montaña de caviar. Una escena que es toda una declaración de intenciones sobre el tono de comedia vulgar de la película. “The Palace” nos habla de los excesos de esos millonarios excéntricos que parecen vivir fuera de la realidad. Para ello el director los reúne en un hotel de lujo en los Alpes, donde está a punto de celebrarse la gran fiesta de Nochevieja que dará paso al histórico año 2000. Millonarios aberrantes, casi monstruosos, hinchados por las cirugías faciales, acartonados por los rayos uva y coronados por peinados imposibles.
Es la primera vez que Polanski trata el mundo del lujo de forma directa, pero no es un tema nuevo para el director, pues ha servido de escenario de fondo para muchas de sus películas. Sin ir más lejos en “La semilla del diablo” el exclusivo edificio de Central Park donde se desarrollaba la historia estaba habitado por acaudalados neoyorquinos. Polanski ofrecía una siniestra radiografía de aquella grimosa comunidad de rancios aristócratas. También en “Lunas de hiel” un crucero de lujo era el ominoso colofón para ese destructivo matrimonio formado por Peter Coyote y Emmanuelle Seigner.
Hay en “The Palace” una estética que recuerda mucho a las películas de Wes Anderson. En especial el tratamiento saturado del color y el tono de caricatura en los personajes. Pero si las películas de Anderson hacen gala de unos guiones llenos de ingenio en “The Palace” todo resulta rudimentario y errático. No hay argumento, no hay narración y nada es especialmente gracioso. De hecho algunos chistes son imperdonables. Lo peor de todo es intuir que Polanski pretende ser provocador.
Los críticos han sido despiadados con “The Palace” tachándola de soez y clasista. No les falta razón, pero hay en esas críticas una vehemencia sospechosa. Recientemente una película parecida, “El triángulo de la tristeza”, recibía el aplauso unánime de esos mismos críticos. Era, de nuevo, una comedia sobre el lujo que también resultaba vulgar y soez. Por alguna razón “El triángulo de la tristeza” ganó la Palma de Oro de Cannes 2022.
A Roman Polanski no se le juzga únicamente por la calidad de sus películas sino por su controvertida vida personal. Una vida excepcional y trágica. No hay que olvidar que la película más intensa de Roman Polanski es su propia vida. En concreto aquel suceso espeluznante que ocurrió en la calle Cielo Drive de Los Ángeles el 9 de agosto de 1969.