Los franceses, siempre tan pagados de sí mismos, ponen cara de que el mundo les debe algo. En parte llevan razón porque, entre otras cosas, inventaron el cine. Eran franceses los hermanos Lumiere y Georges Meliés. Eso tampoco nos obliga a reírles todas sus monerías, como la que perpetraron en los años 60 con ese experimento cinematográfico inaguantable llamado Nouvelle Vague.
Ya se sabe que en el cine francés se filosofa mucho y se come queso. Se filosofa sobre la vida, se come queso, se habla del amor, se habla de quesos, incluso se habla sobre hacer el amor y eso para un español es el colmo de lo absurdo.
Para prevenir semejante indigestión intelectual el actual cine francés suelta lastre con películas que buscan sobre todo entretener. Francia se ha llenado de comedias ligeras en las que sus protagonistas, además de intentar hacer reír, siguen hablando de la vida y comiendo queso. Tal es la confianza que los franceses han depositado en este tipo de comedias-franquicia que en los Oscar de este año presentaron una de ellas, concretamente “A fuego lento” que finalmente no llegó a ser seleccionada.
Pero la sombra de la Nouvelle Vague es alargada y Francia sigue haciendo películas bastante raritas. La cartelera actual nos ofrece dos buenos ejemplos de cine francés donde abundan las rarezas, “El sucesor” y “La bestia”.
“El sucesor” es la segunda película de Xavier Legrand, que se estrenó hace unos años como director con “Custodia compartida”, un drama familiar sobre una tormentosa ruptura matrimonial. La película obtuvo un notable éxito y Legrand fue premiado como mejor director en el Festival de Venecia. Ahora Legrand se distancia del cine social para abordar un thriller oscuro de tintes kafkianos. El protagonista, un joven talento de la moda, se verá envuelto en un siniestro suceso doméstico con un tono claustrofóbico que recuerda a las primeras películas de Roman Polanski, en especial “Repulsión” y “El quimérico inquilino”. Una película muy entretenida pero con un gran problema: el director se pasa por el forro la coherencia narrativa con tal de mantener el suspense.
“The beast” (La bestia) es una adaptación de un cuento clásico de Henry James llamado “La bestia en la jungla”. El protagonista de dicha historia, en una fiesta de alta sociedad, le revela a una invitada que presiente que algo terrible está a punto de suceder. El director Bertrand Bonello toma este inquietante punto de partida para construir una fábula sobre el malestar contemporáneo. Una película extraña que oscila entre el cuento romántico, el thriller y la ciencia-ficción. Para distribuir tal ensalada de géneros el director divide la narración en tres tiempos: el presente (2014), el pasado (propio de la novela de Henry James) y un futuro próximo. Lo más atractivo de “The beast” es su puesta en escena, casi un homenaje formal a Stanley Kubrick, David Lynch pero sobre todo un homenaje a esa película imposible y alucinada llamada “El año pasado en Marienbad” que Alain Resnais adaptó desde la novela “La invención de Morel” del escritor argentino Bioy Casares.
Con la llegada del verano y su vulgar festejo de la banalidad nunca está de más un poco de cine francés rarito, aunque sea para equilibrar las cosas.