La Bibi y el arte parietal de Staniak. La galería mallorquina, especializada en exposiciones efímeras, presenta en Palma su segunda muestra. Desde el 7 de abril se instalará, con la obra del artista autraliano Michael Staniak, en el patio de la casa señorial Can Vivot. La exposición forma parte del programa oficial del Art Palma Brunch 2022.
El trabajo de Michael Staniak, en una primera lectura, se presta al equívoco. Las composiciones aparentemente abstractas, dominadas por degradados de vivos colores, parecen hablarnos del mundo digital, de la superficie plana de la pantalla y la frivolidad de nuestra vida en las redes sociales. Frecuentemente se identifica el trabajo del artista australiano (nacido en 1982 en Melbourne) con el arte Post-Internet, un término que se dio a conocer a principios de la década de 2010 para identificar el trabajo de un conjunto de jóvenes artistas cuyas obras denotan una profunda influencia de los contenidos que consumen en la web. Si bien Staniak encaja en esta etiqueta, tanto generacionalmente como a nivel de la estética dominante en su trabajo, y él mismo reconoce la influencia de este fugaz y polémico movimiento artístico, hay otras referencias más profundas que arrojan una nueva luz sobre su obra.
“Formo parte de la generación que fue de los ordenadores primitivos, con pantallas negras cubiertas de texto verde,” afirma el artista, “al mundo híper-digital en el que vivimos hoy.” Descubrir las posibilidades de los programas de edición de imagen, como Photoshop, transformó su percepción de lo que podía crearse con un ordenador, pese a las limitaciones de las primeras interfaces gráficas y primitivos programas de dibujo como MS Paint. Su atención, no obstante, pronto se centró en el color, concretamente en el azul eléctrico que se estableció como el color normativo para designar los hipervínculos en una web dominada por textos y con muy pocas imágenes, a causa de las limitaciones de ancho de banda de las conexiones telefónicas. Su pintura se caracteriza así por el protagonismo del color, en composiciones monocromáticas o con sutiles degradados de dos o tres tonos. Pero estas extensiones de color no son planas, como podría esperarse de un artista formado ante la pantalla y que, según él mismo admite, identifica sus composiciones con los filtros del software de edición de imagen, tan característicos de la obra de otros artistas como Cory Arcangel o Artie Vierkant. En el trabajo de Michael Staniak se imponen unas enigmáticas texturas que nos impiden desligarnos de la materialidad de las piezas y producen un efecto visual que, por contradictorio, es revelador.
En 2018, durante una residencia de artista en la isla Fogo, en la costa norte de Terranova (Canadá), Michael Staniak se encontró aislado en un terreno helado, a -15ºC, sin los recursos con los que contaba habitualmente en su taller. Decidió realizar tomas aéreas del paisaje con un dron y descubrió las similitudes que éste presentaba con sus pinturas. Esta experiencia relevó un aspecto telúrico en su trabajo, más vinculado con el relieve de un terreno que con la alineación de píxeles en una pantalla. Este paisaje lo crea inicialmente de manera improvisada, en un proceso acelerado por el fraguado de los materiales, que luego asienta y somete a un delicado control por medio de la laboriosa aplicación de los pigmentos. El resultado ofrece un sorprendente espectáculo visual, en el que el cuadro parece brillar con luz propia. La conexión con lo material se hace aún más evidente en las esculturas, piezas de bronce ejecutadas a partir de un modelo 3D al que aplica el mismo tratamiento pictórico. En estas obras, una cara queda cubierta por vistosos degradados de color que le otorgan una extraña ingravidez, mientras que la otra releva la sólida materia de la que está hecha. Pudiendo trabajar con la resina sintética de la que obtiene el molde, el artista conscientemente escoge el bronce por su conexión con la escultura tradicional. Pero más allá de estos aspectos materiales, la propia forma de la escultura es significativa, puesto que se trata de un escaneado 3D de la pared de una cueva. Staniak afirma sentirse fascinado por las pinturas rupestres y cómo éstas constituyen una primera forma de dejar constancia de la propia existencia y la pertenencia a una comunidad, algo que vincula a nuestra presencia online y nuestro yo digital en las redes sociales.
Michael Staniak: arte parietal
Por Pau Waelder, comisario de arte
Con este enorme salto temporal llegamos a la desconcertante presencia del trabajo de Michael Staniak en el patio de Ca’n Vivot, un espacio sobrio, cavernoso y señorial que se ve transformado por las piezas de vivos colores, que le dan un aspecto ilusorio. En este particular contexto, las pinturas y esculturas adquieren una renovada fuerza al escapar del cubo blanco e imponer su presencia en una estilizada cueva urbana que ocupan a la manera de un arte parietal de la era de Internet. “Para mí Internet es más un espejo que una ventana,” afirma el artista, “lo que vemos es un reflejo de nuestros intereses y nuestra personalidad, un espejo mental.” Con su reflejo multiplicado por los espejos de las peanas y los paños de pared que alojan las obras, el patio de Ca’n Vivot, que antaño sirvió de interfaz entre la vida pública y la privada, se ve transformado nuevamente en punto de encuentro entre dos realidades.