Las mujeres de John Ford no son feministas

Las mujeres de John Ford no son feministas

Empoderamiento es un concepto que ignoran las mujeres en las películas de John Ford. Pero a pesar de su desconocimiento parecen felices. Las mujeres de John Ford son de otra época y hasta ellas no llegaron las corrientes feministas. Entre otras cosas porque vivían en el salvaje oeste, siempre parapetadas tras los muros de puestos avanzados del Ejército de la Unión.

Las mujeres de John Ford son el paradigma de la feminidad a pesar de vivir en un mundo de hombres. Damas de modales perfectos y frescura floral, que visten largas faldas acampanadas y adornan sus peinados con caprichosos tirabuzones y laboriosos recogidos.

Las mujeres de John Ford cuidan del hogar. Hacen la colada con jovial cariño: lavan y tienden la ropa, las más de las veces calzones y guerreras militares. En la cocina cubren sus faldas con enormes delantales que por arte de magia siempre lucen impolutos a pesar de la faena entre pucheros. Al atardecer salen al porche y contemplan con inquietud el horizonte carmesí, donde sus maridos combaten a los Apaches.

Las mujeres de John Ford se desmayan con elegancia. Caen redondas ante impresiones fuertes como le ocurre a Maureen O’Hara en “Rio Bravo”. Por fortuna sólo se desmayan si hay un hombre cerca dispuesto a recogerlas entre sus brazos.

Las mujeres de John Ford son delicadas, pero no son débiles en absoluto. A pesar de lo que pueda parecer las mujeres de John Ford son fuertes como robles. No hay que olvidar que se han criado entre militares. Mujeres perfectamente capaces de manejar un rifle con soltura durante un ataque indio. Las mujeres de John Ford se mantienen en un (aparente) segundo plano hasta que la urgencia de la ocasión les exige demostrar su valor. En la película “Qué verde era mi valle” la esposa se enfrenta a todo el sindicato minero para defender el honor de su marido. De igual forma en “Las uvas de la ira” la matriarca es el centro de gravedad sobre el que orbita aquella humilde familia de vagabundos. Un papel magistral con el que la actriz Jane Darwell ganó el Oscar en 1940.

En un mundo como el actual, donde la mujer reivindica la igualdad, las películas de John Ford parecen de otro planeta. Una igualdad improbable que en la actualidad se traduce en un modelo de mujer que logra hacer las mismas cosas que el hombre. De esta forma el cine se ha llenado de estereotipos femeninos exageradamente violentos. Mujeres que pegan mamporros con la misma brutalidad que Bud Spencer.

En las películas de John Ford la mujer no parece interesada en parecerse al hombre. Sus mayores virtudes brillan precisamente en todo aquello que las distancia del hombre. En el universo de Ford la natural desigualdad entre sexos simboliza la virtud del equilibrio. La mujer es el pilar de la razón en mitad del sinsentido de la guerra. Un contrapunto de serena armonía que pacifica la beligerancia del hombre y en esa feliz polaridad florece la unidad perfecta.

Perico Gual

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