Anoche, la gira europea que celebraba de los 15 años de Ciro y los Persas recalaba en Es Gremi. De este modo, Mallorca volvía a ser parada obligatoria del carismático rockero argentino y su banda. Y visto lo visto, no es de extrañar que así sea. Aunque para mí fuera la primera vez.
Normalmente, antes de acudir a un concierto de un grupo que no tengo el placer de conocer, intento encontrar un momento para escuchar algunos temas. Pero la cuesta de septiembre y el síndrome posvacacional, se adueñaron de mi psique y pasaron por encima de los momentos que guardo para ese menester. Pero, en el fondo, estoy agradecido a las circunstancia, ya que ayudaron a que la grata sorpresa fuese máxima.
Entramos en Es Gremi poco antes de la hora de inicio y la sala ya estaba llena. A rebosar. Desbordante de caras que mostraban las, siempre bellas, sonrisas del público. Sonrisas nerviosas. Sonrisas que mezclan esa seguridad en que la noche puede ser apoteósica y la ansiedad para que empiece.
Fundido a negro. Empiezan los gritos. Las figuras de los protagonistas empiezan a vislumbrarse entre las sombras a ritmo de los cánticos eufóricos argentinos que todos conocemos. Luz, música, emoción… Comienza el show. Y con el las videollamadas a familiares para compartir recuerdos desde la lejanía y aprovechar para dar envidia a los seres queridos que en su aís tienen que conformarse con ver este espectáculo de lejos en estadios abarrotados.
El concierto de Ciro y los Persas empezó en un punto altísimo de entrega y pasión del grupo que no redujo en ningún momento de las más de dos horas de recital y de amor a la buena música que pudimos disfrutar todos los presentes. Concierto de puro rockandroll que, para un ignorante español como yo, se convirtió en un descubrimiento extraordinario que, sin haberlo escuchado en mi vida, llegó a erizarme la piel en más de una ocasión.
Porque el público no paró de cantar ni una de todas las canciones del repertorio, ni de saltar en cada momento de éxtasis metálico de las cuerdas que acompañaban el enigmático líder de la banda, és por lo que entiendo que las tocaron todas. Es un gozo poder ver un público tan extraordinariamente entregado al amor. Y es que, poco a poco, uno se va dando cuenta que la pasión argentina por absolutamente todo lo vivible es innegable. Pero cuando, además lo mezclas con fútbol, te regalan momentazos como el clímax que se vivió en Es Gremi desde el primer acorde hasta el último de «Luz». Gracias Ciro y los Persas por un concierto de 10.