Star Wars y los tallarines chinos

Star Wars y los tallarines chinos

La rabiosa actualidad. Curiosa locución. Por algún motivo asociamos la actualidad con la rabia. Da que pensar, teniendo en cuenta que todo el mundo quiere ser actual. La rabiosa actualidad nos ha sorprendido con el Oscar a “Anora”, convirtiéndose en la mejor película del año. Sin duda una película fantástica de la que ya hablé aquí hace unos meses. “Anora” habla de un tema de rabiosa actualidad y en el que estamos todos metidos, me refiero al asunto de la felicidad, o más bien lo que ahora entendemos por felicidad. La nueva sociedad digital, abrazada a sus teléfonos móviles, ha construido una idea artificial de la felicidad, asociada al placer y el culto al dinero. La protagonista de “Anora” es prostituta, pero eso es lo de menos, porque todos estamos tan vendidos como ella a este nuevo paradigma del goce hedonista. “Anora” ha ganado cinco Oscar: película, guion, director, actriz y montaje. Nadie hablaba de “Anora” ayer pero hoy “Anora” es la rabiosa actualidad y mañana será otro día.

Olvidemos por un momento la rabiosa actualidad. Con los Oscar de Hollywood el cine pone punto final a la temporada de premios y es tiempo para pensar en otras cosas. Es un buen momento para descansar de la pantalla grande y ver alguna serie en casa. “Andor” del universo Star Wars ya tiene unos años pero en abril llegará una segunda temporada que a buen seguro volverá a ser de rabiosa actualidad.

Star War se ha convertido en un auténtico imperio. No me refiero al imperio galáctico, sino a uno mucho más real, el que ha construido George Lucas aquí en la Tierra. Un gigante empresarial que ha sembrado el mundo de tiendas, juegos, muñecos y un sinfín de productos audiovisuales. Lo que empezó en 1976 como un entretenimiento sin ambiciones se ha convertido en una de las más importantes mitologías populares de la sociedad contemporánea.

Andor” cuenta las aventuras de Cassian Andor, un joven de los arrabales galácticos, audaz pero de mala vida, que trapichea con chatarra espacial y que será contratado por la resistencia para luchar contra el imperio. “Andor” se esfuerza por explicar los antecedentes de Star Wars. Porque admitamos que George Lucas empezó la casa por el tejado y desde entonces busca la forma de construir un pasado que logre dar a su historia un sentido unitario. Una suerte de Génesis que apuntale los orígenes de la saga.

El gran reto al que se enfrenta el universo expandido de Star Wars es lograr captar la atención de las nuevas generaciones. Gente muy joven que probablemente ni siquiera ha visto las primeras películas. Para lograr la identificación de este nuevo público la estrategia ha sido incluir situaciones que el espectador pueda reconocer como propias. Es decir, hábitos cotidianos propios de nuestro día a día. Escenas domésticas que dan al universo galáctico un aspecto más urbano. “Andor” se aleja de los modales aristocráticos para convertir Star Wars en algo de andar por casa, más mundano pero también más vulgar.

En una escena sin importancia, casi de transición, un funcionario imperial almuerza unos tallarines con palillos chinos, como si los hubiera pedido por Glovo. En otro momento uno de los protagonistas, un poco deprimido por su fracaso laboral, visita a su madre. Llama al interfono, su madre le abre y se queda a vivir con ella. En otro capítulo hay una revuelta callejera contra el imperio que parece una manifestación sindical.

Un detalle que me ha hecho pensar en las primeras películas de Star Wars. Me refiero a la trilogía original, cuando ni siquiera las llamábamos Star Wars sino “La Guerra de las Galaxias”. En esas películas nadie pedía comida por Glovo. Es más, nadie comía, ni mucho ni poco. Tampoco nadie parecía tener ganas de ir al baño. Esas escenas eran innecesarias. Como todos sabemos la princesa Leia ni come, ni duerme ni hace pis. Las princesas, los emperadores y sin duda los Jedis no piden comida para llevar sino que dedican su tiempo a cosas importantes como conquistar planetas, esgrimir espadas laser o pilotar naves espaciales.

Por lo demás “Andor” es una buena serie que ayuda a olvidar la desastrosa infantilización que sufrió la saga con la llegada del furor digital. “Andor” es un poco confusa en sus intrigas politicas, tal vez demasiado solemne y sin pizca de humor. Algo esencial se ha perdido por el camino. Algunas líneas argumentales se alejan tanto de la iconografía Star Wars que parecen otra cosa. Como los capítulos carcelarios, muy entretenidos, pero excesivamente similares a “La isla” de Michael Bay. Contemplar a un tipo comiendo tallarines chinos en Star Wars no es una buena señal. Qué será lo próximo, ¿Darth Vader comprando un décimo de lotería?

Perico Gual

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