La exposición que recapitula varias obras de Carlos Garaicoa, artista cubano- español radicado en Madrid, se encuentra en el Museo Es Baluard de Palma, y ha sido comisariada por Lillebit Fadraga, quien reside en La Habana, reúne diferentes aproximaciones a la condición humana, con relación al espacio que habita y las interacciones sociales presentes en el entorno urbano. Se podría decir que su obra está atravesada por un elemento en común, la expresión arquitectónica. Con este ensayo, busco abordar parte de esta exposición–instalación, porque presentarla en su totalidad es extenso, es claramente un agrupamiento de varias propuestas que permiten apreciar una trayectoria artística.
Garaicoa es un artista de varias facetas: pintor, fotógrafo, escultor, dibujante; que pone en escena instalaciones muy elaboradas, que generan contundencia, que recalcan insistentemente algún aspecto, a veces, subrayando tanto, que modificamos nuestras imágenes mentales, los simbolismos o las analogías, retomando las que él propone.
Estamos ante una propuesta, elaborada a partir de una sensibilidad que busca un discurso conceptual, o que parte de este, y que luego, se transforma en un lenguaje artístico que recalca lo paradójico de lo que hacemos, lo crítica, lo cuestiona con analogías y simbolismos inherentes a la materialidad de su obra.
Es esclarecedor lo que se plantea Laura Tortosa Ibáñez referente al arte político, social y comprometido en contexto, ella afirma, en su tesis de grado de la Universidad de Granada, que el arte puede reflejar:
“Un momento social, un contexto donde el artista se posiciona y del cual parte su proceso creativo. Los temas de sus obras reflejan la actualidad político-social del momento y utiliza unas estrategias propias de su lenguaje, como la reflexión, la decodificación, el análisis, la acción, la micro política, lo relacional, lo contextual y discursivo, para la producción de imágenes críticas del mundo. Sobre todo, el esfuerzo de recepción y reflexión recaerá sobre el espectador, que se convierte en una pieza principal, como actor en el eje: obra/artista/espectador.”
“Este nuevo paradigma implica una ruptura con los lenguajes tradicionales, una nueva percepción del mundo que crea un pensamiento. La acción social y política como arte, se materializa a través de estrategias artísticas propias que ayudan a guiar al espectador en la tarea de desentrañar que quieren decir estas imágenes y al mismo tiempo, el artista comparte su posicionamiento con el espectador. En este caso, se unen pensamiento, entorno y compromiso a artista, obra y espectador.”
“Toda utopía pasa por la barriga”, es la expresión con la que se abarca toda esta propuesta expuesta en Es Baluard, y parece una tautología, en cierta manera, una redundancia, como título. El ser humano necesita alimentos todos los días para poder vivir, si algo falla y este es muy difícil de conseguir, o escasea, o es muy costoso, o imposible de obtener, la utopía, aquello a lo que se quiere llegar o lo que se cree que se está alcanzando, se resquebraja, se convierte en una distopía (mundo imaginario que se considera indeseable) dolorosa, conflictiva, frustrante, por no decir, mortal.
Pero, definamos con las palabras esclarecedoras propias de Chiara Giordano, de la Universidad Complutense de Madrid, quien en su trabajo de grado expresa lo siguiente:
“Es decir, si con “utopía” nos referimos a la propuesta o descripción de un no-lugar feliz, ideal y deseable (recuperando entonces su primera acepción, la que se sitúa entre las dos etimologías más extendidas del término: u-topos: no lugar y eu-topos: lugar feliz), podemos emplear el término “distopía” para referirnos a un no-lugar infeliz, temido e indeseable (naturalmente, sin por ello olvidarnos de los códigos de sus respectivas tradiciones literarias, tan importantes en la obra).
Si la utopía pertenece, en suma, al orden del deseo, la distopía es uno de los elementos clave de una gramática del miedo; pertenece, pues, al orden del trauma.”
Luego Chiara Giordano añade:
“El lugar imaginado por los utopistas no es, y nunca ha sido, un lugar cualquiera: es un orden sociopolítico, una forma social y económica alternativa. Es, en definitiva, una ciudad.”
La arquitectura es una constante en Garaicoa y está presente en fotografías intervenidas, instalaciones, esculturas, planos, maquetas y dibujos. Una de sus propuestas titulada: “Toda utopía pasa por la barriga” es el título con el que se abarca toda la exposición de Es Baluard, pero realmente, solo se refiere a esta conceptualización-obra-instalación, que está sobre una mesa rectangular contundente, posiblemente a manera de comedor, pero sin sillas, y sobre esta, están muchos recipientes de cristal, que almacenan vegetales, frutas frescas, alimentos básicos, también están presentes, dentro de recipientes de cristal similares, construcciones arquitectónicas monumentales a pequeña escala, es decir, maquetas, donde algunas están ubicadas sobre los recipientes con alimentos. Estas maquetas arquitectónicas, no son necesariamente representaciones icónicas reconocibles, y pueden indicar tanto el urbanismo, que es dependiente del campo, como el poder económico de quienes las habitan, o dado el caso, las hegemonías de poder o autoridad que asume una identidad arquitectónica, con una fuerte carga simbólica.
En una de las salas que abarca la exposición, está presente una instalación inmensa, “Contrapeso (Ciudad Plomada, 2022)” que consta de cables sujetos a diferentes tipos de contrapesos, que descansan sobre el piso, y que, en un extremo, sostienen estructuras con similitudes arquitectónicas, pero claramente peligrosas, sobre todo, si se precipitan por la falta de un contrapeso y un cable que las sujete. Son estructuras suspendidas amenazantes, que pueden tener un paralelo con la narración griega de la espada de Damocles, quien no podía disfrutar de los placeres de un banquete ofrecido por el rey debido a que una espada, sujeta a un cabello ecuestre, estaba suspendida sobre su cabeza, estando en peligro latente de muerte, solo sí el cabello se rompiese inesperadamente. Si las estructuras arquitectónicas son simbólicas del poder institucional (político, militar, civil, comercial), ¿Cuáles serían las fuerzas que las mantienen estáticas? Lo que no implica que sea un estatismo sin potencial de ejecución, despliegue de poder, o capacidad de destrucción. Y si nos movemos en medio de ese entramado de cables, de manera descuidada, o peor, caótica, se pueden precipitar, de manera punitiva o destructiva, las estructuras de poder. Esta es una posible analogía, pero es el espectador de la obra quién tendrá que interpretarla en el contexto planteado por el artista, pero también generando sus propias interpretaciones.
Carlos Garaicoa lo expresa así:
“Es una ciudad aérea, casi de sueños y distópica, que entronca con la idea de Ítalo Calvino”
Y es indispensable, para profundizar en la propuesta de Garaicoa, referirnos a un aparte de la conferencia pronunciada por el escritor y periodista Ítalo Calvino en inglés, el 29 de marzo de 1983, para los estudiantes de la Graduate Writing División de la Columbia University de Nueva York que se relaciona con su libro titulado “Las Ciudades Invisibles”:
¿Qué es hoy la ciudad para nosotros? Creo haber escrito algo como un último poema de amor a las ciudades, cuando es cada vez más difícil vivirlas como ciudades. Tal vez estamos acercándonos a un momento de crisis de la vida urbana y Las Ciudades Invisibles son un sueño que nace del corazón de las ciudades invivibles. Se habla hoy con la misma insistencia tanto de la destrucción del entorno natural como de la fragilidad de los grandes sistemas tecnológicos que pueden producir perjuicios en cadena, paralizando metrópolis enteras. La crisis de la ciudad demasiado grande es la otra cara de la crisis de la naturaleza. La imagen de la “megalópolis”, la ciudad continua, uniforme, que va cubriendo el mundo, domina también mi libro. Pero libros que profetizan catástrofes y apocalipsis hay muchos; escribir otro sería pleonástico, y, sobre todo, no se aviene a mi temperamento. Lo que le importa a mi Marco Polo es descubrir las razones secretas que han llevado a los hombres a vivir en las ciudades, razones que puedan valer más allá de todas las crisis. Las ciudades son un conjunto de muchas cosas: memorias, deseos, signos de un lenguaje; son lugares de trueque, como explican todos los libros de historia de la economía, pero estos trueques no lo son sólo de mercancías, son también trueques de palabras, de deseos, de recuerdos. Mi libro se abre y se cierra con las imágenes de ciudades felices que cobran forma y se desvanecen continuamente, escondidas en las ciudades infelices.
A un lado de la anterior instalación está una propuesta titulada: “Las raíces del mundo”, es una gruesa mesa de madera que detenta verticalmente multiples elementos multicortantes, que claramente son cuchillos. Algunos de los cuales son instrumentos usuales en la preparación o partición de los alimentos cotidianos, otros tantos, son, tal vez, armas de ataque o defenza. Estos cuchillos verticales no exhiben sus empuñaduras, o cabos; estos emergen debajo de la mesa con la silueta de edificaciones , que dentro de su escala, son de gran tamaño, y presentan diferentes estilos arquitectónicos. Estas estructuras arquitectónicas, en silueta, detentan una, dos o varías hojas metálicas cortantes sobre la mesa. ¿Qué pretende el artista simbolizar? Realmente toda arquitectura tiene un propósito, alberga una institucionalidad gubernamental, agrupa un poder empresarial, reune un poder económico-financiero, es un conjunto habitacional, concentra una capacidad de comercio de bienes o servicios, incluso, puede concentrar un poder militar; cada una tiene su uso y función, por eso están allí. Toda estructura arquitectónica tiene un propósito, unas son funcionales, otras de control y poder, incluso, son guardianes de parte de la cultura, al ser sus depositarias, incluso, registros históricos de una época, y en todo esto, es importante un balance de estas hegemonías, para que no se destruyan entre ellas, o desaparezca su necesaria presencia, dado el caso.
La propuesta del artista está allí, con cables con “arquitecturas amenazantes” suspendidas; maquetas, alimentos, mesas, envases frágiles de vidrio; cuchillos que ocultan, a manera de empuñadura siluetas arquitectónicas, de quien, posiblemente, asume su control, permitiendo su instrumentalización. La figura humana no está casi presente en toda la exposición, pero su expresión como colectivo, grupo, asociación, comunidad, familia, está allí implícita, en una arquitectura llena de historia, estética, funcionalidad, simbolismo y propósito.
Lo más interesante de toda esta propuesta, en que se están cruzando los límites de un arte conceptual, es que el objeto o los objetos que conforman la propuesta también son materializados cuidadosamente por el artista, con una estética y una intención propia, que contiene el pasado del arte, manifiesta un presente de este mismo, y busca que develemos un futuro.
“Toda utopía pasa por la barriga”
Carlos Garaicoa Museo Es Baluard, Palma
Hasta el 05 de enero de 2025
Por Alejandra Cerquera Kilby